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Como decía el premio Nobel Camilo José Cela, el que resiste vence. El escritor de “Viaje a la Alcarria” bien sabía de caminar y buscar lugares donde el condumio era lo primordial. Pues bien, entre Santa Cruz y La Laguna hay un restaurante donde la cocina, que antes denominamos familiar. Se trata del Restaurante Casa Horacio, que está enclavado en Valle Jiménez. Abandonar Santa Cruz, sus edificios y rascacielos, su contaminación provocada por los motores de los coches e industrias, y dejar atrás la presa de Los Campitos, para dirigirse al restaurante es todo un placer visual en medio de un campo fecundo y verde, prácticamente todo el año. La cocina de Casa Horacio responde más que bien a las exigencias de familiar. Como en cualquier casa de comidas que se respete los ingredientes del potaje los fijan los productos de la estación. En el verano, tendrán el complemento de las ensaladas, con productos traídos directamente de nuestra huerta. Si opta por las legumbres, son recomendables los garbanzos. El planto principal lo componen elaboraciones o guisos tradicionales con la base del cherne, bacalao encebollado, carne de conejo, caracoles o los chocos a la plancha. Todo ello acompañado de la tradicional cuarta de vino del país, que es típico del local a la vista del número de los parroquianos que lo visitan, o si no le convence, una buena cerveza. La cocina no defrauda y mantiene la regularidad y los sabores de lo tradicional. Además está a diez minutos de los cascos de Santa Cruz y La Laguna. ¿Se puede pedir más en la tierra de los guachinches?
